Río Babel ya no es ese festival alternativo que buscaba su sitio entre los grandes. Este año ha dado un paso firme y decidido al mudarse al Auditorio Miguel Ríos de Rivas-Vaciamadrid, un recinto mucho más amplio que le permite crecer a lo grande sin perder su esencia. El cambio desde la Caja Mágica no solo ha supuesto más espacio, sino también nuevas posibilidades escénicas y logísticas que se notan desde que uno cruza las puertas del evento.
En esta edición, el festival ha apostado fuerte: cuatro escenarios, uno dedicado a la comedia, un ambiente más relajado y familiar, y hasta una noria que domina el horizonte como símbolo del giro que está dando el festival. Río Babel ha crecido, sí, pero sin renunciar a su carácter mestizo, urbano y ecléctico, ese que lo ha convertido en un punto de encuentro único entre música, cultura y buen rollo.
Cypress Hill: leyenda viva sobre el escenario
El plato fuerte de la noche fue, sin duda, Cypress Hill. La banda de Los Ángeles (EE.UU), pionera del hip hop latino y multicultural, demostró por qué sigue siendo respetada en la historia del género. Con más de 20 millones de discos vendidos y más de tres décadas de trayectoria, su paso por Río Babel fue una celebración del legado y la resistencia de un grupo que no ha perdido ni un gramo de fuerza escénica.
Desde los primeros acordes, el público fue arrastrado por una ola de nostalgia y energía. Temas como Dr. Greenthumb, Hits From The Bong o Insane In The Brain encendieron al auditorio, mientras se alternaban versos en inglés y español, creando un puente generacional y cultural entre los asistentes.
DJ Lord, Bobo y una maquinaria perfectamente engrasada
Antes de que B-Real y Sen Dog irrumpieran con su característico estilo, DJ Lord —también conocido por su trabajo con Public Enemy— regaló una sesión técnica y ecléctica que sirvió de calentamiento perfecto. Su mezcla de breaks incluyó desde el funk robótico de Daft Punk hasta clásicos como Mr. Sandman y Enter Sandman, dejando claro que el hip hop bebe de muchas fuentes.
A la percusión, Eric «Bobo» Correa, leyenda en sí mismo, aportó una intensidad casi tribal. Su conexión con el ritmo fue clave para que el show tuviera esa potencia única que sólo logran los músicos que entienden el directo como un ritual.
Entre pogos y clásicos: el viaje sonoro
El concierto fue una especie de montaña rusa sonora. En la primera mitad, los clásicos pusieron a todos a cantar y bailar. En la segunda, la banda se dejó llevar por su vertiente más cruda y metalera. El momento álgido llegó con una versión demoledora de Bombtrack, de Rage Against The Machine, que desató los pogos más intensos de la noche. Y, como si fuera poco, cerraron con un estallido: Jump Around de House of Pain, tema que comparte el mítico sample con Insane In The Brain.
Fue un cierre explosivo que hizo temblar el suelo del auditorio y levantó una ovación más que merecida.
Hip hop sin artificios, directo al alma
En un festival donde la variedad estilística es norma, Cypress Hill destacó sin necesidad de grandes montajes ni efectos especiales. Su carisma, su presencia escénica y su conexión con el público bastaron para ofrecer lo que muchos calificaron como el mejor concierto de hip hop de la jornada.
Una lección de historia del rap servida con contundencia, respeto y pasión. La “Cypress Hill experience”, como la llaman algunos, sigue viva. Y en Río Babel, lo dejaron claro: están lejos de colgar el micro.